viernes, 20 de febrero de 2009

Informe PCR

La situación nacional
Nuestro análisis sobre la situación política nacional en julio del año pasado conservan su actualidad. Lo nuevo, que tiñe todo, es la crisis.
El gobierno nacional fue tomado desprevenido por la crisis económica. Cristina Kirchner había llegado a burlarse de los yanquis en su viaje a los EEUU, cuando bautizó a la misma como el "efecto jazz". Habían elaborado la teoría del "desacople" argentino, sin prever que la crisis sacudiría inevitablemente a Brasil y España (dos mercados de nuestra industria automotriz), y golpearía brutalmente a China, nuestro gran comprador de soja y aceite de soja. Incluso el presidente del Credicoop -y jefe virtual de los dos P"C", el de Etchegaray y el de Pereira- Carlos Heller, declaró en octubre que "La Argentina no parece al -canzada por el impacto y las repercusiones" (de la crisis). Buenos Aires Económico (6/10/08).
La prueba de la falta de previsión oficial sobre la crisis, que ya venía creciendo mundialmente desde abril del 2007, es que el presupuesto para el 2009, aprobado por el Congreso Nacional, no contempla fondos ni objetivos políticos para enfrentarla en el nivel del empleo y de la producción, ni para combatir la pobreza o contribuir a mejorar la distribución de la riqueza. Los pagos de la deuda externa (casi 20 mil millones de dólares en el 2009) condicionan todo el presupuesto nacional, mientras la deuda externa sigue creciendo habiendo llegado a 145.700 millones de dólares al 30/9/08, es decir: el 50% del PBI.
Pese al reclamo y la movilización popular al Congreso, promovida por la multisectorial que integraron la CCC y nuestro Partido, se mantienen en el presupuesto los superpoderes por los cuales el gobierno nacional utilizó discrecionalmente, en los últimos 4 años, más de 100.000 millones de pesos, sobre todo para subsidiar a las empresas privadas de trenes, subtes, colectivos, y operadores del sistema de energía eléctrica.
Cuando los efectos de la crisis en la Argentina se hicieron evidentes el gobierno los afrontó con su tradicional doble discurso. Más preocupado, siempre, por la repercusión mediática y electoral de sus medidas que en beneficiar con ellas a las masas populares, ha desatado en los medios una gran campaña de ocultamiento y confusión. Las medidas del gobierno, en definitiva, se han preocupado de garantizar los pagos a los acreedores extranjeros, y aprovecharla -como lo demuestra el caso de Paraná Metal- para mantener y aumentar lo que llaman "la caja" kirchnerista y el crecimiento de su propio grupo económico, integrado por testaferros y amigos como Enrique Esquenazi, Eduardo Eurnequián, Carlos Bulgheroni, Cristóbal López, los Werthewin, los Mindlin, los Elstein, La zaro Baez, Rudy Ulloa, entre otros. Le han otorgado a un grupo monopólico chino, por centenares de millones de dólares, la construcción de vagones que pueden construirse en el país y dar trabajo a mano de obra nacional.
Cuando planteamos que la crisis la paguen los que se enriquecieron en estos años de viento económico internacional favorable no corremos al gobierno del blanco, como hacen la mayoría de los grupos trotzquistas que plantean que "la crisis la pague la burguesía internacional". El gobierno y su política deben ser el blanco principal de la lucha popular contra los efectos de la crisis.
En noviembre la producción de la industria automotriz cayó un 25%; la del acero un 20%. Se pararon muchas obras de la construcción. Empresas como Terrabusi bajaron un 40% de su producción por la caída de las ventas.
La caída de la actividad económica nacional se refleja ya en la fuga de capitales (según el Banco Central) fugaron 23.098 millones de dólares en el 2008; un 23% más que entre el segundo semestre del 2001 y la primera mitad del 2002 (La Nación, 28/1/09). Ha caído abruptamente el consumo interno y la recaudación tributaria, lo que llevó al gobierno a colocar a Ricardo Etchegaray, un hombre totalmente servil al kirchnerismo, al frente de la AFIP, y desencadenar un rastrillaje de evasores principalmente en el campo. Esto en un país donde el principal impuesto es el IVA, que paga hasta el último indigente; donde casi no paga impuestos el juego -que maneja el kirchnerismo- ni se grava la renta financiera; es mínimo lo que pagan las explotaciones mineras, que han crecido extraordinariamente en los últimos años, y la industria petrolera ha sido beneficiada con grandes concesiones.
Tampoco se recuperaron los centenares de millones de dólares que evadieron, en el 2008, los grandes exportadores de granos, con la maniobra de antedatar sus compras de granos y exportarlos con retenciones menores.
Por primera vez el comercio de Argentina con China tuvo un déficit de US$ 537 millones. Pese a que Argentina exportó en 2008 a China US$ 6.607 millones, casi tres veces más que en el 2003, importó de ese país US$ 7.144 millones, es decir: 10 veces más que en el 2003.
Junto con esto el gobierno sancionó una ley de blanqueo de capitales que permitirá lavar el dinero de los últimos negociados y el blanqueo de los narcodólares, con un impuesto del 1 al 8%, a los que les ofrecen el negocio de la compra de tierras en un país donde ya hay más de 17 millones de hectáreas en manos de extranjeros.
El gobierno nacional apresuró la nacionalización de las AFJP, una medida justa, pero lo hizo para meter mano en los fondos de la misma y los de la ANSES. Y, en vez de dar un aumento a los jubilados (4.700.000 de los cuales sobre un total de 5.200.000 reciben jubilaciones y pensiones de alrededor de $ 700, la mitad del salario de pobreza) lo que hubiese activado el consumo, retiró $ 13.200.millones de la ANSES y luego $ 4.000.millones más, para un plan de compra de automotores y electrodomésticos y un plan de obras públicas, el 80% de las cuales está referido a obras decididas anteriormente. Hay que recordar que de 300.000 vi viendas que el gobierno de Kirchner prometió construir para el 2008 apenas hizo el 2,2% (La Nación, 23/11/08).
En síntesis: a cambio de un modesto aguinaldo de $ 200 a los jubilados y de otro de $ 100 para los beneficiarios de los planes sociales (por los que estos habían realizado grandes luchas durante tres años, en particular en la provincia de Jujuy donde con la lucha los desocupados consiguieron un plus de $ 50) se pone el dinero de los jubilados a tasas de interés negativas (el 11% con una inflación mínima del 18%) para subsidiar el consumo de sectores de altos ingresos.
La crisis se ha precipitado brutalmente en el país.
En una situación agravada por la sequía más grave en 46 años en algunas zonas y en 70 años en otras, y por la política oficial en el campo, principalmente respecto de la ganadería y la lechería y la subsistencia de retenciones que se han tornado expropiatorias por la caída internacional de los precios de las materias primas.
Se ha perdido el 50% de las cosechas de maíz y trigo y millones de cabezas de ganado lanar y vacuno y está en serio riesgo una parte importante de la cosecha de soja. El gobierno declaró el estado de emergencia agropecuaria y permitirá el diferimiento del pago de algunos impuestos -desde ya: ninguno de los no coparticipables- durante un año, con tasas de interés del 14%.
Apretado por el déficit de su caja, el gobierno reemplaza gran parte de los subsidios a las empresas por un brutal aumento de tarifas, que agravará la situación de las masas. Un aumento de tarifas que significa, a la vez, el aumento de sus ingresos, porque suben proporcionalmente los impuestos que, en la mayoría de los casos, son superiores al costo del servicio.
Y se agravará el problema federal ya que, en 2009, la Nación sólo transferirá a las provincias el 24% de lo recaudado de los impuestos nacionales.
En 2008, 15 provincias cerraron el año con déficit fiscal.
Se han producido ya miles de despidos en la industria de la construcción, en el acero, en la industria automotriz, en la metalúrgica, en la car ne, las curtiembres, la industria del papel, entre otras.
Numerosas empresas adelantaron las vacaciones y nadie sabe qué sucederá al regreso de las mismas.
La crisis ha golpeado duramente a la masa de cartoneros.
En diciembre bajó el precio del cartón, al igual que el de los diarios viejos y el de las botellas de plástico, por lo que el ingreso de los cartoneros cayó a la mitad, aproximadamente. Al quedarse sin changas, muchos desocupados han vuelto a cartonear.
Esto en un país que salió de la crisis del 2001-2002 manteniendo más del 50% del trabajo asalariado en negro, teniendo todavía, en 2008, más de 11 millones de personas bajo la línea de pobreza y más de 3.100.000 de indigentes, y, según datos muy parciales, un país donde mueren 8 niños menores de 5 años por día a consecuencia de la desnutrición.
Según la CTA más de 6 millones de chicos y adolescentes viven en hogares que no cubren el valor de una canasta de servicios y necesidades básicas y otros 3 millones viven en estado de indigencia (la mitad en el Gran Buenos Aires). Según la Consultora Equis hay 4.500.000 personas que viven con menos de un dólar por día. Más del 10% de la población.
La línea del gobierno frente a la crisis comprobó la caracterización del mismo que hemos hecho: un gobierno que profundiza la entrega al 6. imperialismo y refuerza al latifundio, un gobierno "que no representa a sectores de burguesía nacional sino a sectores de burguesía intermediaria de monopolios imperialistas".

¿Quién pagará la crisis?
El gran tema planteado para las masas populares es ¿quién pagará la crisis? ¿La pagarán los trabajadores y el pueblo, o la pagarán los terratenientes y monopolios, principalmente los monopolios extranjeros? ¿Se seguirá pagando la deuda externa ilegal, tramposa y usuraria, incluso la que contrajo la dictadura, o se usará ese dinero para resolver las necesidades más urgentes de las masas populares be neficiando a los millones de pobres del campo y la ciudad? Esto lo decidirá la movilización popular. Pero tenemos que tener claro que para que el pueblo no pague la crisis es necesario derrotar la política de este gobierno, y que, si bien la lucha puede aminorar los efectos de la crisis y acumular fuerzas para la revolución, si no se destruye revolucionariamente el poder de la oligarquía y el imperialismo y se construye otro, hegemonizado por la clase obrera, en definitiva, la crisis la terminará pagando el pueblo. Como pagó la crisis de 1930 y la del 2001-2002. Esta última, la pagó, principalmente, con una gigantesca devaluación de los salarios de los trabajadores.
Los obreros del automotor de Córdoba y los de General Motors de Rosario (lucha que contó con una gran solidaridad nacional), los de Paraná Metal de Villa Constitución, los del papel de Massuh en Quilmes, los de la construcción y la UOM de Siderar en San Nicolás, los del pescado en Mar del Plata, los rurales, los de la fruta y los portuarios en el Alto Valle y en San Antonio Este, en Río Negro, los rurales de San Juan y Tucumán, los de la carne en varios frigoríficos; los de la construcción de Santa Cruz, son miles de obreros, ignorados generalmente por los medios de comunicación, que han ganado la calle, cortado rutas y ocupado empresas, movilizándose en defensa de la fuente de trabajo o por aumentos salariales, como los obreros de la fruta de Río Negro. En el norte de Salta, en 2008, hubo más de 200 cortes de ruta. Ha habido días, como en la última semana, en que se han realizado 11 cortes de ruta, de petroleros, originarios, obreros de la construcción, desocupados, bagayeros, etc.
Con 46 grados de calor. Simultáneamente se acuarteló la policía exigiendo aumento de salarios.
La experiencia más avanzada ha sido la de los obreros de Paraná Metal, quienes junto a otros obreros en lucha y a chacareros de la Federación Agraria, obreros y productores agropecuarios y a las Mujeres en Lucha, cortaron la ruta 9 superando, desde abajo, a la dirección de Piccinini, vacilante frente al gobierno y la patronal.
Las luchas mencionadas han mostrado la complejidad del debate de masas en torno a la crisis y a cómo enfrentarla. En algunas se vacila en enfrentar al gobierno porque éste ofreció algún subsidio o sectores de la masa vacilan frente al peligro de los despidos y se acuerdan compromisos que afectan a transitorios y contratados. El debate sobre la crisis en la empresa Bosch es un ejemplo de esto. Primero costaba entender la magnitud que tendría la crisis en el país y cuándo se lo entiende surge la duda sobre si las fuerzas del movimiento obrero alcanzarán para enfrentarla y hacérsela pagar a los monopolios. Hay que entender que los ofrecimientos patronales de despidos de los trabajadores de agencia, vacaciones anticipadas, suspensiones parciales, rebajas de sueldo a cambio de estabilidad como aceptó Piccinini en Villa Constitución o los obreros de Sulfacid, son paquetes atados de las patronales para ganar tiempo e imponer sus condiciones. Patronales como la del automotor, que en los últimos años, batieron todos los records de producción y tuvieron ganancias enormes y en el mejor de los casos sólo dieron migajas a sus trabajadores y ahora, ante las primeras dificultades, descargan sin asco las consecuencias de la crisis en ellos. Hay que exigir rebaja de las horas de trabajo manteniendo los sueldos.
Con las asambleas y movilizaciones de Gualeguaychú, Santa Rosa y Gral. Pico, Arroyo Seco, Cnel. Vidal y Villa Constitución, de autoconvocados, sociados a la Federación Agraria y otras organizaciones y la realización, el 20 de diciembre, por Asoma, de la movilización con corte de ruta, acordada el Primer Encuentro de Campesinos Pobres, se ha reiniciado la lucha agraria. Las asambleas de productores son muy combativas. A la gran masa le preocupa asegurar la unidad más amplia para la lucha y le disgusta la interferencia del tema electoral en las asambleas. Viene otra oleada de luchas en el campo, los campesinos semiproletarios, los pobres y los medios, la mayoría de los contratistas y una capa muy grande de los ricos y la burguesía agraria, está afectada por el aumento de los costos, la caída de los precios internacionales y la sequía. La situación de los obreros rurales se agravó tremendamente en estos meses. Hay buenas condiciones para fortalecer el movimiento de desocupados y jubilados de la CCC. El prestigio de ésta ha crecido y ha crecido su experiencia organizativa para afrontar exitosamente esta tarea. Hay desesperación en grandes masas porque no hay trabajo en la construcción, ni en el cartoneo y no hay oferta de trabajos municipales.
El gobierno está muy debilitado. El repudio a su política en grandes regiones del país, en especial en el interior pero también en grandes ciudades, es
enorme. El descontento con su política, según encuestas que maneja el propio gobierno, en la provincia de Buenos Aires, llega al 80%.
Simultáneamente el bloque de las clases dominantes se ha resquebrajado. La política oficial de aprovechar la crisis para apoderarse de empresas para sus testaferros y amigos, como pasó en Paraná Metal "comprada" por Cristóbal López, suscita enfrentamientos con otros sectores del bloque dominante. Los ejemplos más claros han sido las contradicciones con el grupo Techint y con el holding Clarín. Varios gobiernos provinciales oscilan en su adhesión al kirchnerismo.
Es muy importante que tomemos, a fondo, la defensa del federalismo. Este es un gobierno profundamente unitario y su política en este tema golpea a grandes sectores populares, incluidos sectores grandes de la burguesía nacional. Hay un profundo rencor por una política que se lleva de provincias como Santa Fe cerca de 1.800 millones de dólares con las retenciones y concede, como "ayuda" contra la sequía, 60 millones de pesos. O que promete desparramar millones de pesos en el conurbano para ganar las elecciones y es incapaz de enviar una pequeña ayuda a productores que sufren el desastre de la sequía más impresionante en décadas.
Impulsadas por nuestro Partido y las organizaciones de masa clasistas y combativas se están construyendo multisectoriales y organizaciones de coordinación en distintos lugares del país. Tenemos que unir y coordinar la lucha de los obreros, ocupados, desocupados y jubilados, con la de los sectores agrarios y otros sectores populares, incluso con sectores de la burguesía de las pyme e industrias regionales y crear las condiciones para un paro nacional activo obrero, campesino y popular.
Las concentraciones de Villa Constitución y Gral. Vidal y la movilización unitaria impulsada por nuestro Par tido el 29 de enero es demostrativa de que esta tarea es posible. El gran contingente de los empleados estatales ya ha protagonizado luchas muy importantes, de repercusión nacional, como la de la provincia de La Pampa y la del INDEC, pero, con seguridad, se incorporará al combate masivamente en todo el país, porque el gobierno nacional y los gobiernos provinciales y municipales tratan de congelar sus salarios y conceder, como máximo, aumentos del 13 y el 15% en el 2009, al tiempo que planifican despidos. Por todos los medios el gobierno, apoyándose en dirigentes sindicales amigos, trata de evitar que los docentes -como ya han decidido en varias provincias- no inicien las clases en marzo.
El movimiento de mujeres está jugando y tiene un gran papel que jugar en todas estas luchas. Adquieren particular importancia las movilizaciones contra el tarifazo brutal que acaba de descargar el gobierno con las tarifas de luz y de gas y los petitorios exigiendo la supresión del IVA a los productos de primera necesidad, petitorios que han tenido una gran recepción en las localidades donde circulan.
Distintas fuerzas opositoras se esfuerzan para que esas multisectoriales sean instrumentos de acumulación de fuerzas para las elecciones de octubre y no para la lucha actual contra la política gubernamental frente a la crisis. En un momento en el que enormes sectores populares, millones de hombres y mujeres, millones de niños, sufren hambre y miseria extrema, como producto de la crisis económica y de la política del gobierno, y millones de trabajadores están amenazados por la desocupación, es criminal poner como objetivo central la preparación para las elecciones del mes de octubre en vez de empujar la coordinación para la lucha ahora e impedir que la contienda electoral nos divida.
Simultáneamente debemos difundir la propuesta de "10 medidas" de nuestro Partido para enfrentar la crisis. Hemos resuelto realizar una difusión de masas de esa propuesta, mediante volantes, carteles, medios de publicidad, etc.

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